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Nuestra Seńora del Sablón
Erigida en 1304 por los Ballesteros en una llanura pantanosa, esta capilla fue reconstruida a principios del siglo XV, a tenor de la creciente devoción de la población de la ciudad por la estatuilla de la Virgen. Ésta fue traída de Amberes por Beatrice Soetkens una noche de 1348.
La peculiaridad de esta iglesia ojival terciaria, cuya construcción duró más de un siglo, reside en el coro, desprovisto de columnas y de ambulatorio. Esta ausencia de colaterales frente a las once ventanas lanceoladas de 14 metros de alto le otorga una rara esbeltez.
La restauración del edificio comenzó por el coro, en 1864. En 1878 los flancos de la nave fueron despejados de casitas parasitarias. Una de las restauraciones se debe al arquitecto Schoy seguida por la de J. y M. Van Ysendyck. En el transepto derecho, bajo un notable rosetón de piedra, destaca una obra esculpida del siglo XVII, una representación de la barca que transportó la estatuilla milagrosa.
Our Lady of the Sablon
Erected in 1304 by the Order of Crossbowmen on a marshy plain, the original chapel was replaced at the start of the 15th century by the church to reflect the growing veneration by the locale populace of a statuette of the Virgin. This statuette had been removed from Antwerp by Beatrice Soetkens under questionable circumstances one night in 1348.
The notable feature of this late gothic church with pointed (ogival) arches and ribbed vaults is its choir: it has neither columns nor an ambulatory. This absence of collaterals in front of eleven 14m high lancet windows emphasises a stunning verticalising and airy effect.
Restoration work on the church began with the choir in 1864. Then in 1878 the encrustation of common buildings attached to the outer walls of the nave were removed. The work of restoration was entrusted in first instance to a local architect Auguste Schoy, and thereafter to father and son Jules-Jacques and Maurice Van Ysendyck. In the right transept, under a remarkable stone rosetta, there is a sculpture dating from the 17th century which depicts the skiff transporting the miraculous statuette.
María de Austria
La archiduquesa Infanta María de Austria se convirtió en María de Hungría en 1522 a raíz de su matrimonio con Luis II Jagellón, rey de Hungría y Bohemia. Éste murió en 1526 en la batalla de Mohács, ganada por los turcos que se apoderaron de casi todo el estado húngaro. La temprana viudez de María y la confianza mostrada por su hermano Carlos V originaron uno de los reinados más notables del siglo XVI.
Al igual que su hermano, fue criada en Malinas por su tía Margarita de Austria, aunque Maximiliano pronto quiso poder perfeccionar la educación de su nieta, a quien mandó venir a Austria. Por razones relacionadas con la política imperial, María fue destinada a Luis Jagellón, mientras que la hermana (y heredera) de éste, Ana Jagellón, fue prometida a Fernando, el único hermano de Carlos V. Durante su reinado y luego su regencia en Europa Central, María se mostró muy interesada por el humanismo y la Reforma Protestante. Pero, posteriormente, sus dos hermanos le impusieron una política consistente en rechazar el diálogo y su posición contra los discípulos de Lutero siguió endureciéndose.
Carlos V, al cargo de la gestión de estados muy dispares, le pidió que reemplazara a Margarita de Austria al frente de los Países Bajos. Desde 1530 hasta 1558 demostró ser una gobernante formidable, desplegando tanta energía para proporcionar recursos financieros a su hermano como para enriquecer a los Países Bajos con innumerables iniciativas económicas.
Reconocida como una gran cazadora, también tenía dotes de organización militar, todo ello impulsado por una energía fenomenal que encubría tendencias depresivas. Pero compensaba esta deficiencia interna con un gusto excepcional por las artes, la música y la literatura. Su palacio en Bruselas y el de Binche, que había mandado construir a Jacques Dubrœucq, fueron el escenario de una corte brillante donde ella personificó la grandeza de la casa imperial. Además, los pintores más sobresalientes (como Tiziano o Antonio Moro) le entregaron numerosos encargos que, sumados a las colecciones hereditarias de los Habsburgo, hicieron de estos castillos verdaderos museos. Todavía se recuerdan las fiestas de Binche celebradas en 1547 durante la visita de Carlos V, de las cuales Brantome escribió: «Nada era más fastuoso que las fiestas de Binche».
Fatigada por un reinado agotador, la gobernante, que no apreciaba mucho a su sobrino Felipe, consideró oportuno abdicar al mismo tiempo que Carlos V. Más tarde, Felipe II, que había permanecido en Bélgica, pidió su regreso, pero consternada por la muerte de su hermana Leonor, Reina de Francia, y luego por la de su hermano, el Emperador, María murió en el camino de regreso, un mes después de la desaparición de estos seres queridos, el 18 de octubre de 1558.
Mary of Austria
The infanta Archduchess Mary of Austria became ‘Mary of Hungary’ upon her marriage to Louis II Jagellon, King of Hungary and Bohemia. He died in 1526 at the Battle of Mohacs, when the Turks triumphed and overran almost all of Hungary. Her premature widowhood and the confidence reposed in her by her brother Charles V gave rise to one of the most remarkable reigns of the 16th century.
Like her brother, she was raised in Mechelen by their aunt Margaret of Austria. She was called to Austria by her grandfather Maximilian to complete her education, but he died before being able to do so. For reasons related to imperial politics, she was betrothed to Louis II of Hungary and Bohemia (Louis Jagiellon) while Louis’ sister (and heir), Anne of Bohemia (Anna Jagellonica), was to wed Ferdinand, the only brother of Charles V. During his reign and thereafter her regency in central Europe, Mary showed considerable interest in humanism and for the Protestant Reformation. Her two brothers, however, compelled her to refuse any dialogue between the two sides and her position continued to harden against the followers of Luther.
In trying to govern his vast empire, Charles V requested that she assume the role of governor of the Low Countries after the death of Margaret of Austria. From 1530 to 1558 she demonstrated considerable political aptitude and skills, deploying a formidable energy maintaining the financial resources of her brother while at the same time enriching the Low Countries’ economy through various measures.
A talented and enthusiastic hunter, she also had gift for military organisation, all of this being supported by a phenomenal energetic nature (which tended to hide certain depressive tendencies). She compensated for these internal shadows by demonstrating an exceptional taste in art, in music, and in literature. Her palaces in Brussels and in Binche, built by Jacques Dubrœucq, housed a scintillating court where she herself personified the grandeur of the imperial house. Moreover she frequently commissioned the greatest painters of the day (such as Titian and Antonio Moro) so that, when added to the hereditary collections of the Hapsburgs, this assemblage of art turned their chateaus into veritable galleries. We have in fact a record of the great galas held at Binche in 1547 during the visit of Charles V, where a contemporary, Brantôme, wrote, ‘Nothing was more lavish than those fêtes at Binche.’
Exhausted by the draining demands of rule, Maria (who did not like her nephew Philip) found it opportune to abdicate at the same time as Charles V. Later however, Philip II (who had remained in Belgium) sought to recall and reinstate her there. Distraught over the deaths of her sister Queen Eleanor of France and then shortly thereafter of her brother the Emperor, she collapsed en route and died on the 18th of October 1558, one month after her cherished brother and sister.
Infante Felipe
Felipe II (1527-1598)
El único hijo de Carlos V e Isabel de Portugal dejó en nuestras tierras muy mal recuerdo. Sin embargo era inteligente, trabajador y físicamente atractivo, con su rostro de rasgos regulares y su hermoso cabello rubio. Primer Rey de España propiamente dicho, también sería el que introdujera en la península la pasión por el arte de nuestras provincias, el protocolo borgoñón e incluso… el nombre de pila de Felipe.
A semejanza de su padre, y acorde a un carácter propio de los Habsburgo, durante su reinado personificó al soberano más poderoso y temible de Europa. ¿No fue acaso el vencedor en 1571 de la batalla naval de Lepanto, que permitió a España controlar la navegación en el Mediterráneo? Los españoles todavía lo consideran un icono nacional. Además, sólo hablaba castellano y mostró a lo largo de su vida una fe católica intransigente, cuyo símbolo más deslumbrante sigue siendo el monasterio palatino de El Escorial.
A pesar de algunas quiebras, la fuerza del Estado español residía en el oro de las Américas pero sobre todo en las minas de Potosí, explotadas desde 1545. La abundante liquidez conllevó una de las mayores inflaciones de todos los tiempos, que dio la vuelta al mundo y terminó causando la caída de los Ming en China en 1645, exactamente cien años después.
En nuestra tierra, la represión del protestantismo y del nihilismo de los iconoclastas a partir de 1566 llevó a la famosa Guerra de los Ochenta años, que se plasmó en 1648 en el reconocimiento de las Provincias Unidas, convertidas en una de las grandes potencias europeas. Felipe II, a pesar de la represión del Duque de Alba y la ejecución de los Duques de Egmont y de Hornes en 1568, es pues el creador involuntario de Bélgica. Aunque nadie en Bruselas lo considera el «Padre de la Patria»…
A pesar de que el final de su reinado se vio empañado por el desastre de la Armada Española en 1588, desde 1580 se anexionó Portugal y su vasto imperio colonial. Y, contrariamente a la creencia popular, la flota inglesa experimentó desastres similares, como el de la expedición Drake-Norreys de 1589 a lo largo de las costas atlánticas de la España unificada (42 barcos perdidos y 13.000 muertos) y más tarde, en 1595, en América del Sur.
The Crown Prince Philip
Philip II (1527-1598)
The only son of Charles V and Isabella of Portugal is not remembered around here in a very friendly, happy way. Nonetheless he was still intelligent, hard-working, and physically attractive with handsome, shapely features and fine blond hair. And while being the first ‘King of Spain’ properly said, he was the one who introduced to the Iberian peninsula a love of the art originating here from the Low Countries, Burgundian etiquette, and even the name ‘Philip’.
Like his father and with the character peculiar to all the Habsburgs, he was the most powerful and the most formidable sovereign of Europe during his reign. Had he not won the naval victory of Lepanto in 1571, which allowed Spain to control navigation in the Mediterranean? Spaniards consider him a national icon yet today. He spoke only Castilian and practised an uncompromising Catholic faith his whole life through, for which the Escorial abbey-palace remains the most breath-taking expression.
Notwithstanding an occasional bankruptcy, the Spanish state wielded a might which depended on gold from the Americas, but above all on silver taken from the mines in Potosi since 1545. This flush of liquidity brought about one of the greatest inflationary periods of all time, and which circled the globe until it ended with the collapse of the Chinese Ming Dynasty in 1645, exactly a century afterwards.
Here in the Low Countries, the repression of Protestantism and the suppression of the iconoclast movement (‘Beeldenstorm’) from 1566 onwards led to the Eighty Years War, ending in 1648 with the independence of the United Provinces of the Netherlands which had become one of the major powers of Europe. Hence in spite of brutal repression by his Duke of Alba and his execution of the Counts of Egmont and Horn in 1568, Philip II can be seen as the unwitting creator of Belgium. Of course no one in Brussels would ever consider him to be “Pater Patriae”.
Even if the end of his reign was disfigured by the disastrous loss of the Invincible Armada in 1588, he had still managed to annex Portugal in 1580 and an immense colonial empire. (And contrary to popular belief, the English fleet also experienced catastrophes of like scale, such the Drake-Norreys Expedition of 1589 along the Atlantic coast of the unified Portugal and Spain with 42 ships and 13,000 lives lost, and Drake’s later 1595 expedition to South America.)
Carlos V
Nacido en Gante el 24 de febrero de 1500, Carlos de Austria, cuyo primer título fue el de Duque de Luxemburgo, siempre fue considerado como «nuestro príncipe natural». Pertenecía, sin embargo, a una dinastía que reinaba en Europa Central y sobre el Imperio. Los Habsburgo, su familia, experimentaron un aumento extraordinario de su poder al casarse el abuelo de Carlos, el futuro emperador Maximiliano, con María de Borgoña, heredera de los Países Bajos meridionales (Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Artois) y del bloque de Borgoña (Ducado de Borgoña, asumido por Luis XI, Charolais y Franco-Condado). Su padre, Felipe el Hermoso, lo superó si cabe al unirse con Juana de Castilla, hija de Fernando, rey de Aragón, e Isabel, reina de Castilla (eran primos hermanos), y su futura heredera.
Además de en Aragón y Cataluña, Fernando reinó en las Islas Baleares, Cerdeña, Nápoles y Sicilia, la mitad de Navarra, así como Malta y parte del norte de África.
Sus éxitos africanos incluso llevaron al Papa León X a concederle en 1510 (sin ningún derecho dinástico) el título de Rey de Jerusalén. En cuanto a Isabel, su esposa, había conquistado el reino de Granada y, al financiar la expedición de Colón, brindó a Castilla el control de toda América.
Por último, al morir en 1519 su abuelo Maximiliano, Carlos se convirtió en gobernante de los Estados de Austria y, gracias al apoyo de los banqueros Fugger de Augsburgo, logró ser elegido Emperador del Sacro Imperio Romano en lugar de Francisco I. A partir de entonces, se le llamó Carlos V (en latín Carolus quintus, de ahí su sobrenombre de Carlos V).
En 1506, tras la muerte de Isabel, Felipe el Hermoso, que había ido a tomar posesión del reino de Castilla, murió repentinamente en Burgos, quizás envenenado por su suegro, Fernando de Aragón. Carlos quedó pues huérfano de padre, mientras que su madre, que había permanecido en España, era puesta bajo tutela por su propio padre bajo el pretexto de inestabilidad mental. Desde entonces, la desafortunada mujer fue apodada Juana la Loca.
El niño, que se convertiría en el hombre más poderoso de Europa, se educó bajo la supervisión de su tía Margarita de Austria y la alta nobleza de los Países Bajos, lo que le inculcó una gran reserva en sus relaciones con los demás pero también un verdadero apego a nuestras provincias y sus habitantes. Los comienzos de su reinado estuvieron asimismo marcados por la política de apaciguamiento pro francesa de su tutor, William de Croÿ. Otra influencia notable fue la de la caballería, venerada en el condado de Hainaut, con sus valores de coraje y lealtad. Finalmente, su religión católica, intensa pero relativamente abierta, siempre le permitió distinguir las enseñanzas de Cristo de la moral disoluta del alto clero. Su educador fue Adrien Floriszoon, quien más tarde se convirtió en el papa Adrián VII, cuya piedad descolló sobre la de los demás pontífices de su tiempo.
Por lo tanto, fue a la vez un hombre de la Edad Media y el Renacimiento, que unió a su afán de gloria la misión que Dios parecía haber encomendado a la casa de Austria y que le inspiró la célebre gravitas de los Habsburgo, mezcla de reserva hierática, sencillez y seriedad. Posteriormente, su ministro Mercurino Gattinara desarrolló para él una ideología de unificación de Europa que el emperador puso al servicio de una vocación de defensa del continente contra la expansión turca.
Cinco líneas maestras caracterizan su reinado:
a) Su rivalidad con la Francia de Francisco I y Enrique II. Fue la causa de cinco guerras que le costaron al Emperador una fortuna, pero que le hicieron ganar la pérdida de la soberanía francesa sobre Flandes y Milán.
b) La extraordinaria expansión española en América.
c) La lucha contra los otomanos, ya sea en Túnez, Argel o a las puertas de Viena.
d) La unificación alemana bajo su autoridad.
e) La lucha contra la Reforma y la búsqueda permanente de un concilio ecuménico para reconciliar a católicos y protestantes.
Tras acceder al título transitorio de Rey de los Romanos en el año 1519, Carlos V fue coronado emperador por el Papa en Bolonia en 1530. Después de su brillante victoria de Mühlberg en 1546 contra los príncipes protestantes alemanes, pudo determinar el destino de los Países Bajos, que separó del Imperio, y abrir el camino hacia la dominación universal cuando casó a su hijo Felipe con María Tudor, reina de Inglaterra. A pesar de la traición de su antiguo aliado Mauricio de Sajonia, el apogeo de su reinado se sitúa entre 1546 y 1554. Sus últimos reveses, sumados a una salud muy precaria, lo instaron a renunciar a sus muchas posesiones en 1555 y en 1556.
On peut néanmoins penser, sans trop d’audace historique, que le 2 juin 1549 à Bruxelles, quand il assista au plus beau des Ommegangs, Charles Quint put rêver à une vie accomplie malgré les extraordinaires fatigues que lui causaient des voyages permanents et des guerres sanglantes. Sans doute évoquait-il aussi l’immense amour qui l’avait uni à son épouse Isabelle de Portugal qui fut une des plus belles princesses d’Europe à l’époque de la Renaissance.
Sin embargo, y sin dar muestras de una gran audacia histórica, es muy plausible que el 2 de junio de 1549, cuando asistía al más bello de los Ommegang en Bruselas, Carlos V se sintiera plenamente realizado a pesar de las penalidades extraordinarias que le causaban los viajes permanentes y unas guerras sangrientas. Sin duda también debió evocar el inmenso amor que lo había unido a su esposa Isabel de Portugal, una de las princesas más bellas de Europa en el momento del Renacimiento.
Incluso en su retiro de Yuste (Extremadura), donde llevó una vida serena y casi monástica antes de fallecer el 21 de septiembre de 1558, tuvo todavía la satisfacción de enterarse de la gran victoria de San Quintín (1557), gracias a la cual su hijo Felipe pudo zanjar los conflictos relativos a Italia con la Francia de los Valois.
En definitiva, Carlos V, que era muy inteligente, sintetizó en su persona los valores medievales como el respeto por la palabra dada, la lealtad y la sumisión de todos los soberanos a la voluntad de Dios, y se mostró a la vez progresista por su afán de unificación europea y la certeza de que en sí mismo no era nada si no velaba por la felicidad de los pueblos que la Providencia le había confiado. A diferencia de los reyes de Francia, anteponía el interés de sus súbditos a su esplendor personal, pero también, lo que hoy nos asombra, la salvación de sus almas a su bienestar ciudadano. Para el «buen pueblo» de Brabante encarnó el símbolo de una grandeza incomparable y una encantadora bonhomía mientras que, frente a los herejes, se mostró tan severo como su hijo Felipe II y en 1539 castigó despiadadamente a los rebeldes de Gante (ironía de la historia: querían volver a ser franceses porque el reino de Francia exigía menos impuestos...).
En nuestras regiones, y junto a Carlomagno, sería considerado como el soberano por excelencia así como el mejor difusor de la «cultura flamenca» (es decir, la de los Países Bajos) en toda Europa: la pintura, la música y el arte del tapiz se impusieron como un modelo prestigioso y envidiado.
Charles V
Charles of Austria, born in Gent on 24 February 1500 and bearing at first the title of Duke of Luxemburg, has always been considered as “one of our own”. Nonetheless he was a member of a dynasty that ruled an empire covering Central Europe. His family, the Habsburgs, significantly increased their power when his grandfather, the future Emperor Maximilian, wed Mary of Burgundy, who had inherited the Low Countries (Belgium, the Netherlands, Luxemburg, the County of Artois) and Burgundy itself (comprising the Duchy of Burgundy as held by Louis XI, the Charolais, and Franche-Comté). Charles’ father, Philip the Handsome, added to the family’s power base by his marriage to Joanna of Castile, the daughter of King Ferdinand II of Aragon and Queen Isabella of Castile. (They were thus cousins.) Joanna would later inherit the two kingdoms of her parents.
Other than Aragon and Catalonia, Ferdinand II also ruled over the Balearic Islands, Sardinia, Naples and Sicily, half of Navarre, as well as over Malta and a portion of North Africa. His African conquests had even moved Pope Leo X to confer on him in 1510 the title (without dynastic rights) of ‘King of Jerusalem’. As for Isabella his wife, she had conquered the Kingdom of Grenada and, through her financing the expeditions of Christopher Columbus, had laid claim for Castile as ruler over all the Americas.
With the death of his grandfather Maximilian in 1519, Charles inherited the Hapsburg’s Austrian kingdom and then succeeded (with assistance from the banking house Fuggers of Augsburg) in being elected “Emperor of the Holy Roman Empire”, defeating thus Francis I. As of that moment he became Charles V (in Latin, Carolus quintus, hence “Charles Quint”).
After the death of Isabella in 1506, Philip the Handsome moved to take possession of the Kingdom of Castile, but died suddenly en route at Burgos (likely the victim of poisoning by his father-in-law, Ferdinand of Aragon). Charles thereby became effectively an orphan, seeing as his mother, still in Spain, had been imprisoned by her own father, Ferdinand, under pretext of being insane (accounting since then for this unfortunate’s nickname as ‘Joanna the Mad’).
The young boy Charles, on his way to becoming the most powerful man in Europe, was educated at the hands of his aunt, Margaret of Austria, and the high nobility of the Low Countries. He was very reserved in his relations with others, but held a sincere attachment to this region and its inhabitants. The beginnings of his reign were also marked the pro-French appeasement policy of his tutor, Guillaume de Croÿ. Other notable influences on him included the code of chivalry - such as was practised in the County of Hainaut, with its values of courage and loyalty – and his Catholicism, intense but also relatively open, which always led him distinguish the teachings of Christ from the otherwise dissolute ways of the clergy. His teacher here was Adrien Floriszoon, later to become Pope Adrian VI and renowned and distinguished from the other pontiffs of the time by his piety.
Charles Quint was therefore a man who straddled the Middle Ages on the one side and the Renaissance on the other, joining a concern for his own glorification with the mission that God appeared to have entrusted the House of Austria, infusing him with that celebrated gravitas of the Hapsburgs – a mix of pietism, simplicity, and seriousness. His minister Mercurino Gattinara also fashioned for him an ideology around the unification of Europe, one which the Emperor actively applied in his quest to defend the continent against Turkish expansion.
There are thus five defining characteristics to his reign:
a) his rivalry with France and with Francis I and then Henry II. This led to five wars which were a significant burden on royal finances, but which did allow him to unseat French suzerainty over Flanders and Milan;
b) the extraordinary expansion of Spanish control over the Americas;
c) the fight against the Ottomans, whether at Tunis or Algiers, or at the gates of Vienna; and
d) an opposition to the Reformation and the ongoing desire for an ecumenical council to reconcile Catholics and Protestants.
Having succeeded by election to the largely symbolic title of ‘King of the Romans’ in 1519, Charles V was crowned by the Pope thereafter in 1530 at Bologna. Following his brilliant victory in 1546 at Mühlberg against the German Protestant princes, he was able redirect his attention to the Low Countries, which he separated from the Empire itself, and then prepared the way for complete domination of the political map with the marriage of his son Philip to Mary Tudor, Queen of England. Despite the rebellion of his old ally Maurice, Elector of Saxony in 1546, the apogee of his reign occurred between 1546 and 1554. Losses and defeats thereafter, coupled with very poor health, pushed him to abdicate gradually from his various seats in 1555 and in 1556.
Nevertheless we may conclude – without stretching or exaggerating history – that on the 2nd of June, 1549, when he attended the most resplendent of Ommegang pageants in Brussels, Charles V could justly congratulate himself on a full and successful life in spite of its exhausting demands which forced him to be constantly on the road and to wage costly wars. And no doubt he could also rejoice in the deep mutual love between him and his wife, Isabella of Portugal, who was considered one of the most beautiful princesses of Europe during the Renaissance.
Even during his retirement at Yuste (in Extremadura) where he lived a calm and serene, and almost even monastic, life until his death on 21 September 1558, he was able to have the pleasure of learning of the major defeat of the French at Saint-Quentin (1557) at the hands of his son, Philip II of Spain, a defeat which ended conflicts with Valois France over Italy.
In summary, Charles V “Quint” was a very intelligent man who combined in his character those medieval values of respecting order and command, loyalty, and the submission of all sovereigns to the will of God with that of a progressive spirit, as demonstrated by his concern for European unity, and with a conviction of his solemn, single purpose to ensure the well-being of all the people which Providence had entrusted to his care. In contrast to the French kings, he put the interests of his subjects before the satisfaction of his own – but (and which may be surprising today) the condition of their souls came before their condition as citizens. For the ‘good people of Brabant’ however, he remains the symbol of an unparalleled grandeur and a genial charm, despite being just as severe to heretics as his son Philip II of Spain and despite crushing mercilessly the Gent rebellion in 1539. (Ironically for that historical event, the rebels sought to reunite with France because it did not tax as heavily.)
For our region, Charles V together with Charlemagne remain the monarchs par excellence, as being those who spread the ‘culture of Flanders’ (that is, of all the Low Countries) throughout Europe: painting, music, and tapestries all revelled in their role as being the prestigious and envied standards of the age.
Beatriz Soetkens
En la Edad Media, la devoción a la Virgen prevalecía sobre todas las demás. El Ommegang nació en esta atmósfera. Estábamos en 1348. En ese momento, Bruselas era una ciudad de cuarenta mil habitantes, igual que Londres. Los duques todavía no habían construido su última muralla, que fue el resultado de su expansión demográfica, pero unos muros de cuatro kilómetros la protegían de los peligros externos. La ciudad era indudablemente próspera gracias a su producción de paños que ya anunciaban los famosos tapices del siglo siguiente. Estábamos en vísperas de la llegada de Wenceslao de Luxemburgo al lecho de la duquesa Juana, que haría de Coudenberg uno de los palacios mejor frecuentados de su tiempo. Libradas de la Guerra de los Cien Años, nuestras regiones no lo estaban de la Peste Negra ni de los bandoleros de todo pelaje. Una mujer devota llamada Beatriz Soetkens tuvo una visión. En ella, María en persona, la «Madre de Dios», la exhortaba a ir a Amberes donde se veneraba una estatua de madera a su semejanza, la Onze Lieve Vrouw op Stoksten (Nuestra Señora de la Rama, probablemente una diosa pagana reconvertida). Su misión era llevar la estatua a Bruselas, ciudad que la Virgen quería recompensar por sus buenos oficios. Todo ello muy rocambolesco. Es cierto que el Cielo, no más que el soberano, carecía de explicaciones para aclarar dicho comportamiento. La excelente Beatriz, acompañada de su marido, bajó el curso del Sena, el Rupel y el Escalda en una barquita y corrió a la Colegiata de Amberes, donde se hallaba el objeto de sus fantasías. El sacristán quiso oponerse a semejante latrocinio por las bravas, pero un aliento divino lo paralizó en el acto. Los cleptómanos celestiales pudieron regresar a su esquife sin ser molestados. Cuando trataban de remontar el curso de los ríos (mientras consultaban sus mapas geográficos... ), los esposos Soetkens fueron presa de una calma chicha. Y los amberinos se acercaban armados con horcas. Afortunadamente, el famoso aliento divino se apoderó del esquife como un fuego de San Telmo y lo propulsó a toda velocidad hacia un prado que descendía del Sablón. Los ballesteros del Grand Serment vieron la escena y quedaron profundamente conmovidos con tantas fluorescencias sobrenaturales y la devoción de la desvalijadora a la que, para colmo, acompañaba una música made in paradise. Huelga decir que la vox populi convirtió esta bella historia en milagro y que a los habitantes de Amberes no les quedó otra que resignarse. Exigieron, sin embargo, que la modesta capilla del Sablón se convirtiera en un templazo gótico para la veneración más bella y grandiosa de la Virgen María. Y se decidió una procesión anual. El Ommegang acababa de salir del limbo. Esta palabra flamenca significa «paseo alrededor». Desde entonces, la estatuilla milagrosa ya jamás fue olvidada. Se convirtió a partir de ese momento para los bruselenses en el centro del mundo, compitiendo así con la estación de Perpiñán.
A lo largo de los siglos, el Ommegang se transformó gradualmente en el evento más hermoso de la ciudad. Las autoridades civiles, los oficios, las cámaras de retórica y los gremios ya se habían sumado y precedían al clero.
Beatrice Soetkens
Las autoridades de Bruselas decidieron mostrar la riqueza y la gloria de su ciudad ofreciendo un Ommegang al hombre que dominaba Europa y América. Esta palabra, que significa «paseo alrededor», remontaba a la febril devoción del siglo XIV y al milagro de Nuestra Señora del Sablón. En aquella ocasión, las corporaciones, los gremios, el patriciado de Bruselas, así como la nobleza de nuestras regiones y el alto clero desfilaron desplegando un esplendor que labraría en mármol su estatus privilegiado, al tiempo que realzaba la grandeza del emperador.
Hoy en día, el Ommegang, en sentido amplio, aspira a ser una reconstitución tradicional, respetuosa con las lecciones de la historia, pero también un extraordinario espectáculo de magia luminosa y sonora en el que intervienen las técnicas digitales. Si la corte trata de reunir a los descendientes de las familias ilustres que la componían en el siglo XVI, el espectáculo que se le ofrece es un deslumbramiento de grupos folclóricos, jinetes, banderas, zancudos, marionetas, gigantes y carros, es decir el alma de la ciudad, con sus canciones, sus bailes, su profunda devoción y esa gracia, a veces algo surrealista, que tanto sorprendía a los cronistas. Ningún pueblo europeo era en aquel momento más próspero ni más extravagantemente ingenioso que el de nuestras provincias.
Varios miles de asientos permiten al público contemporáneo sumergirse en la alegría y el esplendor de una grandiosa manifestación histórica que solo puede competir con el Palio de Siena.
Those in power at the time in Brussels decided to show off the wealth and glory of their city by organising an Ommegang in honour of the one man who then dominated Europe and the Americas. The word “Ommegang” (which means ‘walking round’ or ‘procession’) hearkens back to the deep religious devotions of the 14th century and to the miracle of Notre-Dame of the Sablon. For this one special occasion, municipal bodies, guilds and patrician Brussels, as well as the nobility from surrounding regions and the high clergy passed in solemn procession with the pomp and circumstance that clearly announced their status and privileges, while at the same time honouring the greatness of the emperor.
In modern times the Ommegang is structured, in broad terms, as an historical re-enactment respecting historical details, but also including an amazing, spectacular fantasy of light and sound using digital technology. There is a royal court made up of descendants of those illustrious families who were in attendance the 16th century. To these courtiers is presented a veritable pageant of folkloric groups, knights, flags, stilt-walkers, marionettes, giants, and parade floats all which bring the city to life with singing and dancing, in acts of veneration, and in humour – sometimes a bit surrealistic – and which had so captured the attention of the chroniclers of the age. No other people of Europe were at that time as prosperous or as spiritedly imaginative as those of the Low Country provinces here.
With seating for thousands of spectators, today’s public can immerse itself directly in the enthusiasm, excitement, and splendour of this grand scale historical event, one which perhaps only the Palio in Sienna can rival.
de O.L.V-kerk van de Zavel
Deze kapel werd opgericht in 1304 door de kruisboogschutters op een moerassig veld en werd in het begin van de 15e eeuw heropgebouwd, als gevolg van de groeiende devotie van de bevolking van de stad voor het standbeeld van de Maagd Maria. Dat werd op een nacht in 1348 door Beatrijs Soetkens vanuit Antwerpen naar Brussel gebracht.
Het bijzondere aan deze kerk in tertiaire gotische stijl, waarvan de bouw meer dan een eeuw duurde, is het koor: het heeft geen zuilen en geen koorommegang. Door het onbelemmerde uitzicht erop, maken de elf lancetvormige ramen van 14 meter hoog een uitzonderlijke indruk.
De restauratie van het bouwwerk begon in 1864 met het koor. In 1878 werden de wanden van het schip vrijgemaakt van de huisjes die er tegenaan gebouwd waren. De restauratie was het werk van de architecten Schoy en J. en M. Van Ysendyck. In de rechterdwarsbeuk, onder een opmerkelijke stenen rozet bevindt zich een beeldhouwwerk uit de 17e eeuw met een voorstelling van het bootje dat het miraculeuze standbeeld vervoert.
Maria van 0osterijk
Maria van Hongarije (1505-1558)
Aartshertogin-infante Maria van Oostenrijk werd in 1522 Maria van Hongarije door haar huwelijk met Lodewijk II Jagello, koning van Hongarije en Bohemen. Die stierf in 1526 in de slag bij Mohàcs, een overwinning voor de Turken die zich daarna meester maakten van nagenoeg heel Hongarije. Haar voortijdige weduwschap en het vertrouwen dat haar broer Karel V haar schonk, leidden tot een van de meest opmerkelijke heerschappijen van de 16e eeuw.
Net als haar broer, werd Maria grootgebracht in Mechelen door Margareta van Oostenrijk, hun tante, maar al snel eiste Maximilaan het recht op om zijn kleindochter op te voeden in Oostenrijk. Om politieke redenen werd zij verloofd met Lodewijk Jagello, terwijl zijn zus, Anna Jagello, de verloofde werd van Ferdinand, de enige broer van Karel V. Tijdens haar bewind en nadien haar regentschap in Centraal-Europa, toonde Maria veel interesse in het humanisme en de protestantse Reformatie. Haar twee broers legden haar echter een beleid op waarbij ze elke dialoog moest weigeren en haar standpunt tegenover de volgelingen van Luther werd steeds strenger.
Karel V, die veel uiteenlopende staten moest besturen, vroeg haar om Margareta van Oostenrijk op te volgen als landvoogdes van de Nederlanden. Van 1530 tot 1558 toonde zij zich een formidabele politica, die evenveel energie aan de dag legde om haar broer van financiële middelen te voorzien als om de Nederlanden te verrijken door ontelbare economische initiatieven.
Zij was verslingerd aan de jacht en toonde zich ook op militair vlak begaafd. Achter haar fenomenale energie verscholen zich depressieve trekjes, maar zij compenseerde die innerlijke tekortkoming met een uitzonderlijke smaak voor de kunsten, de muziek en de literatuur. Haar paleis in Brussel en dat in Binche, dat ze liet bouwen door Jacques Dubroeucq, vormden het toneel voor een schitterend hof waar zij in haar eentje de grootsheid van het keizerlijke huis verpersoonlijkte. De grootste schilders (zoals Titiaan of Antonio Moro) schilderden voor haar werken die, samen met de erfstukken van de Habsburgers, van deze kastelen ware musea maakten. De feesten die in Binche gegeven werden bij het bezoek van Karel V in 1547, werden vereeuwigd in de woorden van Brantôme: Niets had meer pracht en praal dan de feesten van Binche.
Uitgeput door een vermoeiend bestuur, vond de landvoogdes, die een hekel had aan haar neef Filips, het verstandig om af te treden op hetzelfde moment als Karel V. Later vroeg Filips II, die in België gebleven was, haar om terug te komen, maar ontdaan door het overlijden van haar zus, Eleonora, koningin van Frankrijk, en vervolgens door dat van haar broer, de keizer, overleed zij op de terugweg, een maand na het heengaan van haar dierbaren, op 18 oktober 1558.
Prins Philips
Filips II (1527-1598)
De enige zoon van Karel V en Isabella van Portugal heeft bij ons een erg slechte herinnering nagelaten. Nochtans was hij intelligent, ijverig en fysiek aantrekkelijk met zijn regelmatig gezicht en zijn mooie blonde haren. Hij was de eerste echte ‘koning van Spanje’ en introduceerde op het Iberische schiereiland de passie voor de kunst van onze streken, het Bourgondische protocol en zelfs... de voornaam Filips.
Net als zijn vader en als typische Habsburger, was hij gedurende heel zijn bewind de machtigste en ontzagwekkendste vorst van Europa. Behaalde hij niet in 1571 de overwinning in de zeeslag bij Lepanto, waardoor Spanje de scheepvaart in de Middellandse Zee kon beheersen? Voor de Spanjaarden is hij nog steeds een nationaal icoon. Hij sprak trouwens enkel Castiliaans en gaf heel zijn leven blijk van een onverzettelijk katholiek geloof, waarvan het klooster-paleis van het Escorial het meest sprekende symbool is.
Hoewel de Spaanse staat enkele keren bankroet was, berustte haar macht op het Amerikaanse goud, maar vooral op het zilver uit de mijnen van Potosì, die sinds 1545 werden uitgebaat. Die overvloed aan betalingsmiddelen zorgde voor een van de grootste inflaties aller tijden, die in de hele wereld voelbaar was en zelfs leidde tot de val van de Ming-dynastie in China in 1645, exact honderd jaar later.
Bij ons leidden de onderdrukking van het protestantisme en het nihilisme van de beeldenstormers vanaf 1566 tot de befaamde Tachtigjarige Oorlog, die in 1648 eindigde met de erkenning van de Verenigde Provinciën, die een Europese grootmacht geworden was. Ondanks de repressie door de hertog van Alva en de terechtstelling van de graven van Egmont en Hoorne in 1568, werd Filips II dus de onvrijwillige schepper van België. Toch beschouwt niemand in Brussel hem als de ‘Vader des Vaderlands’...
Het einde van zijn bewind werd overschaduwd door de nederlaag van de Onoverwinnelijke Armada in 1588, maar in 1580 had hij ook Portugal en zijn immense koloniale rijk geannexeerd. En anders dan velen denken, kende ook de Engelse vloot dergelijke nederlagen, onder meer tijdens de expeditie van Drake en Norris (1589) langs de Atlantische kusten van het eengemaakte Spanje (42 schepen verloren en 13.000 doden) of later in Zuid-Amerika (1595).
Keizer Karel
Karel van Oostenrijk, aanvankelijk enkel hertog van Luxemburg, werd geboren in Gent op 24 februari 1500 en werd daarom altijd beschouwd als ‘een van ons’. Hij behoorde nochtans tot een dynastie die heerste over Centraal-Europa en het Duitse keizerrijk. De Habsburgers - zijn geslacht - konden hun macht aanzienlijk uitbreiden toen zijn grootvader, de latere keizer Maximiliaan, trouwde met Maria van Bourgondië, erfgename van de Nederlanden (België, Nederland, Luxemburg, Artesië) en de Bourgondische erflanden (het hertogdom Bourgondië, heroverd door Lodewijk XI, Charolais en Franche-Comté). De vader van Karel, Filips de Schone, deed het nog beter toen hij huwde met Johanna van Castilië, de dochter van Ferdinand (van Castilië), koning van Aragon, en van Isabella, koningin van Castilië (die neef en nicht waren). Johanna werd later de erfgename van haar ouders.
Naast Aragon en Catalonië regeerde Ferdinand over de Balearen, Sardinië, Napels en Sicilië, de helft van Navarra, Malta en een deel van Noord-Afrika. Zijn Afrikaanse successen brachten paus Leo X er zelfs toe om hem in 1510 de titel ‘koning van Jeruzalem’ toe te kennen (zonder dynastiek recht weliswaar). Zijn echtgenote Isabella van haar kant, had het koninkrijk Granada veroverd en doordat ze de expeditie van Christoffel Columbus gefinancierd had, had ze Castilië de heerschappij gegeven over heel Amerika.
Toen zijn grootvader Maximiliaan stierf in 1519, werd Karel heerser over de Oostenrijkse erflanden en slaagde hij erin, met de hulp van de bankiersfamilie Fugger uit Augsburg, zich als tegenstander van Frans I te laten verkiezen tot keizer van het Heilige Roomse Rijk der Duitse Natie. Vanaf dat ogenblik stond hij bekend als Karel V.
In 1506, na de dood van Isabella, ging Filips de Schone het koninkrijk Castilië in bezit nemen, maar hij stierf plots in Burgos, mogelijk vergiftigd door zijn schoonvader, Ferdinand van Aragon. Zo werd Karel een wees, want zijn moeder, die in Spanje gebleven was, werd door haar eigen vader onder voogdij geplaatst, onder het voorwendsel dat zij krankzinnig was. Sindsdien draagt zij de naam Johanna de Waanzinnige.
De kleine knaap, die de machtigste man van Europa zou worden, werd opgevoed door zijn tante Margareta van Oostenrijk en door de hoge adel van de Nederlanden. Hij hield er een grote gereserveerdheid aan over in zijn omgang met anderen, maar ook een reële verbondenheid met onze streken en hun inwoners. De eerste jaren van zijn bewind werden overigens gekenmerkt door een streven naar verzoening met Frankrijk, onder invloed van zijn voogd, Willem van Croÿ. Een andere belangrijke invloed was het ridderwezen, zoals het in het graafschap Henegouwen beleefd werd, met waarden als moed en loyauteit. Ten slotte was er zijn katholieke geloof, intens maar vrij open, waardoor hij steeds het onderscheid kon maken tussen de leer van Christus en de losse zeden van de hoge clerus. Zijn opvoeder was Adriaan Floriszoon, de latere paus Adrianus VI, die qua vroomheid sterk afstak tegen de andere pausen uit die tijd.
Karel was dus tegelijkertijd een middeleeuwer en iemand uit de Renaissance, die bekommerd was om zijn eigen glorie, maar ook om de missie die God schijnbaar toevertrouwd had aan het huis van Oostenrijk en die hem vervulde met de befaamde gravitas van de Habsburgers, een mengeling van stijfheid, eenvoud en ernst. Zijn minister Mercurino Gattinara ontwikkelde voor hem een ideologie van de vereniging van Europa, die de keizer ten dienste stelde van een roeping om het continent te verdedigen tegen de Turkse expansie.
Vijf krachtlijnen kenmerkten zijn bewind:
a) zijn rivaliteit met het Frankrijk van Frans I en Hendrik II. Zij leidde tot vijf oorlogen, die de keizer fortuinen kostte, maar waardoor hij wel Vlaanderen en Milaan kon onttrekken aan het Franse leenheerschap;
b) de ongeziene Spaanse expansie in Amerika;
c) de strijd tegen de Ottomanen, of dat nu was in Tunis, in Algiers of voor de poorten van Wenen;
d) de vereniging van Duitsland onder zijn gezag;
e) de strijd tegen de Reformatie en het permanente streven naar een oecumenisch concilie dat katholieken en protestanten moest verzoenen.
In 1519 kreeg Karel V de tijdelijke titel van Rooms koning en in 1530 werd hij in Bologna door de paus tot keizer gekroond. Na zijn briljante overwinning in Mühlberg in 1546 tegen de protestantse Duitse vorsten, kon hij zich bekommeren om de Nederlanden, die hij losmaakte van het keizerrijk, en de weg banen naar de universele heerschappij toen hij zijn zoon Filips uithuwelijkte aan Maria Tudor, koningin van Engeland. Ondanks het verraad van zijn oude bondgenoot Maurits van Saksen, vormt de periode van 1546 tot 1554 het zenit van zijn bewind. Zijn laatste nederlagen, gekoppeld aan een slechte gezondheid, brachten hem ertoe afstand te doen van zijn vele bezittingen in 1555 en 1556.
Het vergt echter niet al te veel historische verbeelding om te denken dat Karel V op 2 juni 1549, toen hij deelnam aan de mooiste Ommegang, kon dromen van een vervuld leven, ondanks de bijzondere vermoeidheid die hij voelde als gevolg van de voortdurende reizen en de bloederige oorlogen. Ongetwijfeld dacht hij ook aan de grote liefde die hem verenigde met zijn echtgenote Isabella van Portugal, een van de mooiste prinsessen van het Europa van de Renaissance.
Zelfs toen hij zich teruggetrokken had in Yuste (Extremadura), waar hij een sereen en bijna monachaal leven leidde tot zijn overlijden op 21 september 1558, vernam hij nog met vreugde de formidabele overwinning van Saint-Quentin (1557), waarmee zijn zoon Filips de conflicten met het Frankrijk van de Valois over Italië kon beëindigen.
Kortom, Karel V, een erg intelligent man, verenigde in zich de middeleeuwse waarden, zoals trouw aan een gegeven woord, loyauteit en onderwerping aan Gods wil, terwijl hij zich tegelijkertijd vooruitstrevend toonde vanuit zijn streven naar Europese eenmaking en vanuit de zekerheid dat hij niets was als hij niet waakte over het geluk van de volkeren die de Voorzienigheid hem had toevertrouwd. Anders dan de Franse koningen, stelde hij het welzijn van zijn onderdanen boven zijn persoonlijke pracht en praal, maar - wat ons vandaag verwondert - hij stelde ook hun zieleheil boven hun burgerlijke welzijn. Voor het ‘goede volk’ van Brabant bleef hij het symbool van een onvergelijkelijke grootsheid en een charmante persoonlijkheid, terwijl hij tegenover de ketters even streng was als zijn zoon Filips II en hij in 1539 de Gentse opstanden genadeloos neersloeg (ironie van de geschiedenis: de Gentenaars wilden terug Frans worden omdat ze dan minder belastingen zouden moeten betalen...).
In onze contreien is hij, samen met Karel de Grote, de vorst bij uitstek gebleven en ook diegene die de ‘Vlaamse’ cultuur (dat wil zeggen die van de Nederlanden) verspreid heeft in heel Europa: de schilderkunst, de muziek en de tapijtkunst werden een prestigieus en alom benijd voorbeeld.
Beatrijs Soetkens
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Notre Dame du Sablon
Erigée dès 1304 par les Arbalétriers à l’endroit d’une plaine marécageuse, cette chapelle fut réédifiée au début du XVe, siècle suite à la dévotion grandissante de la population de la ville à la statuette de la Vierge. Celle-ci fut apportée d’Anvers par Béatrice Soetkens, à la faveur d’une nuit de 1348.
La particularité de cette construction ogivale tertiaire, qui dura plus d’un siècle, réside dans le choeur: il est dépourvu de colonnes et de déambulatoire. Cette absence de collatéraux devant les onze fenêtres lancéolées de 14 m de hauteur lui confère cet élancement rare.
La restauration de l’édifice fut entamée par le chœur en 1864 et en 1878 les flancs de la nef furent dégagés des maisonnettes parasites. L’oeuvre de restauration est due à l’architecte Schoy suivi par J. et M. Van Ysendyck. Dans le transept droit, sous une remarquable rosace de pierre on trouve l’oeuvre sculptée du XVIIe, siècle, représentation de la barque transportant la statuette miraculeuse.
Marie d'Autriche
L’archiduchesse-infante Marie d’Autriche est devenue en 1522 Marie de Hongrie par son mariage avec Louis II Jagellon, roi de Hongrie et de Bohême. Celui-ci mourut en 1526 à la bataille de Mohacs, gagnée par les Turcs qui s’emparèrent de presque tout l’Etat hongrois. Son veuvage précoce et la confiance que lui témoigna son frère Charles Quint furent à l’origine d’un des règnes les plus remarquables du XVIe siècle.
Comme son frère, elle fut élevée à Malines par Marguerite d’Autriche, leur tante, mais Maximilien obtint très tôt de pouvoir parfaire l’éducation de sa petite-fille qu’il fit venir en Autriche. Pour des raisons liées à la politique impériale, elle fut destinée à Louis Jagellon, tandis que sa sœur (et héritière), Anne Jagellon était promise à Ferdinand, l’unique frère de Charles Quint. Durant son règne puis lors de sa régence en Europe centrale, Marie montra beaucoup d’intérêt pour l’humanisme et pour la Réforme protestante. Par la suite, ses deux frères lui imposèrent une politique consistant à refuser les dialogues et sa position ne cessa de se durcir à l’égard des disciples de Luther.
Charles Quint, chargé de la gestion d’Etats disparates, lui demanda de remplacer Marguerite d’Autriche à la tête des Pays-Bas. De 1530 à 1558, elle se montra une formidable tête politique, déployant autant d’énergie pour fournir des ressources financières à son frère que pour enrichir les Pays-Bas par d’innombrables initiatives économiques.
Grande chasseresse devant l’Eternel, elle avait également des dons d’organisation militaire, le tout alimenté par une énergie phénoménale qui cachait des tendances dépressives. Mais elle compensait ce manque intérieur par un goût exceptionnel pour les arts, la musique et la littérature. Son palais de Bruxelles et celui de Binche, qu’elle fit construire par Jacques Dubrœucq, étaient les lieux d’une cour brillante où elle personnifiait à elle seule la grandeur de la maison impériale. En outre, les plus grands peintres (comme le Titien ou Antonio Moro) lui livrèrent de nombreuses commandes qui, ajoutées aux collections héréditaires des Habsbourg, firent de ces châteaux de véritables musées. On a gardé le souvenir des fêtes de Binche données en 1547 lors de la visite de Charles Quint dont Brantôme écrivit: Rien ne fut plus fastueux que les fêtes de Binche.
Fatiguée par un règne épuisant, la gouvernante, qui n’appréciait guère son neveu Philippe, trouva opportun d’abdiquer en même temps que Charles Quint. Plus tard, Philippe II, qui était resté en Belgique, demanda son rappel, mais consternée par la mort de sa sœur, Eléonore, reine de France, puis par celle de son frère, l’Empereur, elle s’éteignit sur le chemin du retour, un mois après la disparition de ces êtres chers, le 18 octobre 1558.
Infant Philippe
Philippe II (1527-1598)
Le fils unique de Charles Quint et d’Isabelle de Portugal a laissé chez nous un très mauvais souvenir. Pourtant il était intelligent, travailleur et physiquement séduisant avec son visage régulier et ses beaux cheveux blonds. S’il fut le premier «roi d’Espagne» à proprement parler, c’est lui qui introduisit dans la péninsule la passion pour l’art de nos provinces, le protocole bourguignon et même…le prénom de Philippe.
A l’instar de son père et à un caractère propre à tous les Habsbourg, il fut durant tout son règne le plus puissant et le plus redoutable souverain d’Europe. N’avait-il pas remporté en 1571 la victoire navale de Lépante qui permit à l’Espagne de maîtriser la navigation en Méditerranée? Les Espagnols le considèrent toujours comme une icône nationale. Il ne parlait d’ailleurs que le castillan et fit montre toute sa vie d’une Foi catholique intransigeante dont le monastère-palais de l’Escurial reste le plus éclatant symbole.
Malgré quelques banqueroutes, la force de l’Etat espagnol reposait sur l’or des Amériques, mais surtout sur l’argent des mines du Potosi exploitées dès 1545. Cette abondance de liquidités entraîna une des plus grandes inflations de tous les temps, laquelle fit le tour du monde et finit par entraîner la chute des Ming en Chine en 1645, soit exactement cent ans plus tard.
Chez nous, la répression du protestantisme et du nihilisme des iconoclastes à partir de 1566 entraîna la fameuse «Guerre de quatre-vingts ans» qui aboutit en 1648 à la reconnaissance des Provinces-Unies, devenues une des grandes puissances européennes. Philippe II, malgré la répression du duc d’Albe et l’exécution des comtes d’Egmont et de Hornes en 1568, est donc le créateur involontaire de la Belgique. Mais personne à Bruxelles ne le considère comme le «Père de la Patrie»…
Si la fin de son règne fut assombrie par le désastre de l’Invincible Armada en 1588, il avait, depuis 1580, annexé le Portugal et son immense empire colonial. Et, contrairement aux idées reçues, la flotte anglaise connut des catastrophes du même genre, entre autres lors de l’expédition Drake-Norreys de 1589 le long des côtes atlantiques de l’Espagne unifiée (42 navires perdus et 13.000 morts), puis plus tard (1595) en Amérique du Sud.
Béatrice Soetkens
Au Moyen Âge, la dévotion à la Vierge l’emportait sur toutes les autres. L’Ommegang naquit dans cette atmosphère. Nous étions en 1348. À l’époque, Bruxelles était une ville peuplée de quarante mille habitants, à l’égal de la cité de Londres. Les ducs n’avaient pas encore construit sa dernière enceinte qui fut le résultat de son expansion démographique, mais des murs de quatre kilomètres la protégeait des périls extérieurs. La ville connaissait une prospérité certaine grâce à sa production de draps qui annonçaient les fameuses tapisseries du siècle suivant. Nous étions à la veille de l’arrivée de Wenceslas de Luxembourg dans le lit de la duchesse Jeanne. Il fera du Coudenberg un des palais les mieux fréquentés de son temps. Épargnées par la guerre de Cent ans, nos régions ne l’étaient guère par la peste noire ni par les écorcheurs en tout genre. Une femme dévote, nommé Béatrice Soetkens, eut une vision. Marie en personne, la «Mère de Dieu», lui enjoignait de se rendre à Anvers où l’on vénérait une statue de bois à son effigie, «Onze Lieve Vrouw op Stoksten» (Notre-Dame sur la Branche : sans doute une déesse païenne reconvertie). Sa mission consistait à ramener la statue à Bruxelles dont la Vierge voulait récompenser les bons offices. Tout cela semble un rien bizarre. Il est vrai que le Ciel, pas plus que le souverain, n’avait d’explications à donner sur son comportement. L’excellente Béatrice, accompagnée de son mari, descendit dans une barque le cours de la Senne, du Rupel puis de l’Escaut et courut jusqu’à la collégiale d’Anvers où se trouvait l’enjeu de ses fantasmes. Le sacristain voulut s’opposer à cette voie de fait, mais un souffle divin le paralysa sur place. Les larrons du Bon Dieu purent regagner leur nacelle sans être inquiétés. Alors qu’ils essayaient de remonter le cours des rivières (tout en consultant leurs cartes de géographie…), les époux Soetkens furent victimes d’un calme plat. Les Anversois approchaient avec des fourches. Heureusement le fameux souffle divin s’empara de l’esquif comme un feu Saint-Elme et le poussa en grande hâte jusqu’à une prairie qui descendait du Sablon. Les arbalétriers du Grand-Serment virent la scène, furent touchés par tant de fluorescences surnaturelles et par la dévotion de la voleuse qui s’était en outre payé une musique «made in paradise». Inutile de dire que la «vox populi» transforma cette belle histoire en miracle et que les Anversois furent bien obligés de tomber dans le panneau. Ils demandèrent cependant que la modeste chapelle du Sablon devînt un grand machin gothique pour le plus beau et grand culte de la Vierge Marie. Une procession annuelle fut décidée. L’Ommegang venait de sortir des limbes. Ce mot flamand signifie en effet «promenade autour». Depuis lors, jamais la statuette miraculeuse ne fut oubliée. Elle allait rivaliser avec la gare de Perpignan et apparaître aux Bruxellois comme le centre du monde.
Au cours des siècles, l’Ommegang devint progressivement le plus bel événement de la ville. Les autorités civiles, les métiers, les chambres de rhétorique et les serments y avaient pris place et précédaient le clergé.
Charles Quint
Né à Gand le 24 février 1500, Charles d’Autriche, titré tout d’abord duc de Luxembourg, fut toujours considéré comme «notre prince naturel». Il appartenait pourtant à une dynastie qui régnait en Europe centrale et sur l’Empire. Les Habsbourg - sa famille - connurent une extraordinaire augmentation de puissance quand son grand-père, le futur empereur Maximilien, épousa Marie de Bourgogne, héritière des Pays-d’en-Bas (Belgique, Pays-Bas, Luxembourg, Artois) et du bloc bourguignon (duché de Bourgogne, repris par Louis XI, Charolais et Franche-Comté). Son père, Philippe le Beau, fit mieux encore en s’unissant à Jeanne de Castille, fille de Ferdinand (de Castille), roi d’Aragon et d’Isabelle, reine de Castille (ils étaient cousins issus de germains). Elle devint plus tard l’héritière de ses parents.
Outre l’Aragon et la Catalogne, Ferdinand régnait sur les Baléares, la Sardaigne, Naples et la Sicile, la moitié de la Navarre, ainsi que sur Malte et une partie de l’Afrique du Nord.
Ses succès africains avaient même poussé le pape Léon X à lui accorder en 1510 (sans aucun droit dynastique) le titre de «roi de Jérusalem». Quant à Isabelle son épouse, elle avait conquis le royaume de Grenade et, par son financement de l’expédition de Christophe Colomb, ouvert à la Castille la maîtrise de l’Amérique tout entière.
Enfin, quand mourut son grand-père Maximilien en 1519, Charles devint souverain des Etats autrichiens et réussit, grâce à l’appui des banquiers Fugger d’Augsbourg, à se faire élire contre François Ier «Empereur du Saint-Empire romain germanique». Dès ce moment, il fut appelé Charles V (en latin Carolus quintus, d’où son surnom de Charles Quint).
En 1506 après la mort d’Isabelle, Philippe le Beau, qui était allé prendre possession du royaume de Castille, mourut soudainement à Burgos, peut-être empoisonné par son beau-père, Ferdinand d’Aragon. Charles se retrouva donc orphelin, tandis que sa mère, restée en Espagne, était mise sous tutelle par son propre père, sous prétexte d’instabilité mentale. Depuis lors, la malheureuse fut surnommée «Jeanne la Folle».
Le petit garçon, en passe de devenir l’homme le plus puissant d’Europe, fut éduqué par ta tante Marguerite d’Autriche et par la haute noblesse des Pays-Bas. Il en garda une grande réserve dans ses rapports avec autrui, mais aussi un réel attachement à nos provinces et à ses habitants. Les débuts de son règne furent d’ailleurs marqués par la politique d’apaisement pro-française de son tuteur, Guillaume de Croÿ. Autre influence notable: celle de la chevalerie, telle qu’on la vénérait dans le comté de Hainaut, avec ses valeurs de courage et de loyauté. Enfin, sa religion catholique, intense mais relativement ouverte, lui fit toujours distinguer l’enseignement du Christ des mœurs dissolues du haut clergé. Son éducateur fut Adrien Floriszoon, qui devint plus tard le Pape Adrien VII, tranchant par sa piété sur les autres pontifes de son temps.
Il était donc à la fois un homme du Moyen-Âge et de la Renaissance, joignant le souci de sa gloire à la mission que Dieu semblait avoir confiée à la Maison d’Autriche et qui lui inspira la célèbre gravitas des Habsbourg, mélange de hiératisme, de simplicité et de sérieux. Par la suite, son ministre Mercurino Gattinara développa pour lui une idéologie d’unification de l’Europe, ce que l’empereur mit au service d’une vocation à défendre le continent contre l’expansion turque.
Cinq lignes de force caractérisent son règne:
a) Sa rivalité avec la France de François Ier puis d’Henri II. Elle fut cause de cinq guerres qui coûtèrent des fortunes à l’empereur, mais qui lui firent gagner la perte de la suzeraineté française sur la Flandre ainsi que le Milanais.
b) L’extraordinaire expansion espagnole en Amérique.
c) La lutte contre les Ottomans, que ce fût à Tunis, à Alger ou aux portes de Vienne.
d) L’unification allemande sous son autorité.
e) La lutte contre la Réforme et la quête permanente d’un concile œcuménique destiné à réconcilier catholiques et protestants.
S’il accéda au titre transitoire de Roi des Romains en 1519, Charles Quint fut couronné empereur par le Pape à Bologne en 1530. Après sa brillante victoire de Mühlberg en 1546 contre les princes protestants allemands, il put régler le sort des Pays-Bas, qu’il détacha de l’Empire, et ouvrir la voie à la domination universelle quand il maria son fils Philippe à Mary Tudor, reine d’Angleterre. Malgré la trahison de son ancien allié Maurice de Saxe, l’apogée de son règne se situe entre 1546 et 1554. Ses dernières déconvenues, ajoutées à une santé déplorable, le poussèrent à abdiquer de ses nombreuses possessions en 1555 et en 1556.
On peut néanmoins penser, sans trop d’audace historique, que le 2 juin 1549 à Bruxelles, quand il assista au plus beau des Ommegangs, Charles Quint put rêver à une vie accomplie malgré les extraordinaires fatigues que lui causaient des voyages permanents et des guerres sanglantes. Sans doute évoquait-il aussi l’immense amour qui l’avait uni à son épouse Isabelle de Portugal qui fut une des plus belles princesses d’Europe à l’époque de la Renaissance.
Et même dans sa retraite à Yuste (Estramadure), où il mena une vie sereine et presque monacale avant de décéder le 21 septembre 1558, il eut encore la joie d’apprendre la formidable victoire de Saint-Quentin (1557) grâce à laquelle son fils Philippe clôtura les conflits avec la France des Valois à propos de l’Italie.
En définitive, Charles Quint, qui était très intelligent, synthétisa en lui les valeurs médiévales comme le respect de la parole donnée, la loyauté et la soumission de tous les souverains à la volonté de Dieu, tandis qu’il se montrait progressiste par son souci d’unification européenne et par la certitude qu’en lui-même il n’était rien s’il ne veillait pas au bonheur des peuples que la Providence lui avait confiés. A la différence des rois de France, il faisait passer l’intérêt de ses sujets avant son faste personnel, mais – ce qui nous étonne aujourd’hui – le salut de leur âme avant leur bien-être citoyen. Pour le «bon peuple» brabançon, il resta le symbole d’une grandeur incomparable et d’une charmante bonhomie, alors que, vis-à-vis des hérétiques, il fut aussi sévère que son fils Philippe II et qu’il châtia impitoyablement en 1539 les révoltés gantois (Ironie de l’histoire: ceux-ci voulaient redevenir français parce que le royaume de France était moins taxatoire…).
Dans nos régions, il est resté avec Charlemagne le souverain par excellence ainsi que celui qui répandit la «culture flamande» (c’est-à-dire celles des Pays-Bas) dans toute l’Europe: la peinture, la musique et l’art de la tapisserie s’imposèrent comme un modèle prestigieux et envié.
Les autorités de Bruxelles décidèrent de montrer la richesse et la gloire de leur ville en offrant un Ommegang à l’homme qui dominait l’Europe et l’Amérique. Ce mot, qui signifie procession autour, remontait à la dévotion fiévreuse du XIVe siècle et au miracle de Notre-Dame du Sablon. A cette occasion, les corporations, les serments, le patriciat de Bruxelles ainsi que la noblesse de nos régions et le haut clergé défilèrent en faisant montre d’un faste qui devait tailler dans le marbre leur statut privilégié, tout en rehaussant la grandeur de l’empereur.
De nos jours, l’Ommegang, pris au sens large, se veut une reconstitution traditionnelle, respectueuse des leçons de l’histoire, mais aussi un extraordinaire spectacle de féerie lumineuse et sonore où interviennent des techniques numériques. Si la cour tente de rassembler les descendants des illustres familles dont elle était composée au XVIe siècle, le spectacle qui lui est offert est un éblouissement de groupes folkloriques, de cavaliers, de drapeaux, d’échasseurs, de marionnettes, de géants et de chars, soit la force vive de la ville avec ses chants, ses danses, sa dévotion profonde et cette drôlerie - parfois surréaliste - qui frappèrent si fortement l’esprit des chroniqueurs. Aucun peuple d’Europe n’était à l’époque plus prospère ni plus follement imaginatif que celui de nos provinces.
Quelques milliers de places assises permettent au public contemporain de s’immerger dans la liesse et dans la splendeur d’une manifestation historique grandiose qui, seule, peut rivaliser avec le Palio de Sienne.
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